Las paredes hablan o, al menos, eso dice el saber popular. Son el reflejo de los gustos particulares de cada uno, muestran el devenir de las modas o el implacable paso del tiempo, guardan con celo el recuerdo de multitud de historias y, cómo no, tienen una dimensión estética y funcional en cualquier diseño. En definitiva, los azulejos de cocina han sido y son todo un clásico dentro de la decoración y es que, pese a la introducción de nuevos materiales, resisten la competencia feroz con estoica determinación.
Entre las razones principales de tan loables victorias encontramos cuestiones como su atractivo precio, sus cualidades técnicas o la amplia variedad de diseños disponibles en el mercado. La suma de todos estos factores convierte a los azulejos en unos revestimientos atemporales que han sabido reinventarse para adaptarse a las exigencias de un mercado cada vez más competitivo.
Los académicos definen el término como la “obra de construcción vertical que delimita un espacio” pero, en la práctica, una pared es mucho más que eso. Frontera visible entre estancias, es también un elemento a tener en cuenta a la hora de plantear cualquier proyecto decorativo y es ahí donde radica, en buena medida, parte de la importancia de la elección de los revestimientos. En un panorama arquitectónico que gusta de integrar espacios eliminando paredes en las construcciones modernas, otorgar a aquellas que perviven un carácter único es imprescindible.
No es sólo que el mercado ofrezca una amplia selección de materiales sino que, las propuestas se adaptan a cada espacio materializándose en cocinas sin azulejos, piezas a media altura, texturas modernas o composiciones convertidas en auténticas obras de arte. La experiencia y creatividad de los profesionales es, en definitiva, la mejor garantía para conseguir los resultados deseados.
Con frecuencia tendemos a emplear el término azulejo como sinónimo de baldosa aunque, en la práctica, existen diferencias y es que, si bien este último engloba al primero, cabe matizar que los azulejos de cocina son losas de cerámica con una cara visible esmaltada y una base de mayólica. Las baldosas, por su parte, pueden estar fabricadas, no sólo de cerámica, sino también en piedra o mármol, siendo lo más frecuente que se presenten en formas cuadradas o rectangulares en ambos casos.
Pero ¿por qué elegir azulejos de cocina frente a otros revestimientos? La respuesta es sencilla: son baratos (puedes encontrar propuestas a partir de 10€ el metro cuadrado), resistentes, fáciles de limpiar y existe una amplia variedad en términos de colores, diseños y acabados que permiten encontrar soluciones adaptadas a cualquier proyecto. Los tradicionales azulejos blancos, propios de las construcciones de antaño, han cedido protagonismo a fórmulas modernas capaces de seducir a fuerza de cromatismo y detalles, entre otros.
Sea cual sea el estilo de decoración elegido, es posible encontrar una propuesta perfecta para no renunciar al alicatado de las paredes. En cocinas rústicas, por ejemplo, las propuestas envejecidas o aquellos con diseños y cenefas suelen dar un toque muy acogedor. Para crear atmósferas modernas o minimalistas, las piezas de gran tamaño y lisas ofrecen grandes resultados y, si lo que buscas es dotar a tu estancia de un aspecto industrial, siempre puedes optar por propuestas de imitación a ladrillo. Un detalle interesante a tener en cuenta es que, elegir un modelo sin demasiados relieves te permitirá limpiarlos más fácilmente
Entre las bondades que ofrecen los azulejos de cocina está el hecho de que pueden tener varias vidas. Al contrario que otros revestimientos para paredes, este tipo de materiales resisten muy bien el paso del tiempo e, incluso pueden servir para otorgar personalidad a muebles de obra y encimeras. Su mayor enemigo es que, dada su longevidad, el paso del tiempo puede hacer que, lo que en origen parecía un diseño para toda la vida, termine por aburrirnos o cansar a la vista. No obstante, renovar su aspecto no implica, necesariamente, sustituirlos completamente. Una de las fórmulas más aplaudidas en los últimos tiempos en términos de decoración de cocinas es pintar azulejos.
El proceso es más económico que un cambio completo en los revestimientos de las paredes y, en la práctica, los azulejos pintados suponen un cambio de imagen de lo más efectivo. Elegir la pintura más apropiada, aplicarla sobre una superficie completamente limpia y crear contrastes que otorguen una nueva personalidad a la estancia en cuestión son algunas de las claves para darles una nueva oportunidad a los azulejos de la cocina.
No hay ninguna norma que obligue a elegir azulejos de cocina y es que, aunque son una solución duradera y versátil capaz de adaptarse a multitud de estilos, cada vez con más frecuencia encontramos diseños de cocinas sin azulejos. Las modas cambian y con ellas los gustos particulares de los propietarios que, entre otras cosas, han propiciado la proliferación de propuestas que introducen en la decoración de esta habitación de la casa otros materiales que sustituyen o conviven con los tradicionales azulejos de cocina.
Más allá del capítulo de baldosas de todo tipo (del que nos ocuparemos un poco más adelante), las cocinas se han convertido en un laboratorio de experimentación. Paredes de microcemento, piedra en ambientes elegantes o rústicos, papel pintado reclamando un protagonismo que durante años permaneció latente, muros de pintura pizarra para los más creativos, madera para quienes apuestan por espacios cálidos… Las posibilidades son infinitas aunque, contar con el asesoramiento de un experto es la mejor garantía de éxito a la hora de elegir el revestimiento más apropiado si no queremos recurrir a los míticos azulejos de cocina.
Aunque los azulejos siguen ocupando un lugar destacado dentro de la oferta de revestimientos, estas piezas de cerámica cuyo grosor no supera los 10 mm y que, dado su alta naturaleza absorbente han de llevar un acabado esmaltado que garantice su durabilidad, tienen competencia. Cocina y baño son los escenarios más habituales en los que es posible encontrar paredes de azulejos aunque, como decíamos al inicio de este libro de ideas, existe un amplio catálogo de baldosas cuyo protagonismo tampoco pasa desapercibido.
En este sentido, otros de los revestimientos habituales en cocinas y baños son las baldosas de gres (similares a los azulejos pero más duras y menos permeables, lo que las convierte en un material apto también para suelos), gres porcelánico (con un grosor superior a los 8 mm, de absorción muy baja, apta para interiores y exteriores y capaz de imitar otras texturas), gresite (otorga un aspecto de mosaico a las paredes y, aunque puede colocarse en la cocina, es más frecuente como parte de la decoración de los muros del baño) o gres rústico (menos frecuentes en interiores aunque su aspecto rústico las convierte en perfectas aliadas para el pavimento de cocinas al aire libre en casas de campo).
La oferta es de lo más variada y, aunque a priori sean cocina y baño las estancias más frecuentes para el uso de azulejo, la realidad es que pueden formar parte de la decoración de cualquier habitación de la casa. ¡Consulta a los profesionales de homify!